DICIEMBRE 2022-1
A LAS AVES NO LES DA MAL DE ALTURA
El bien conocido “mal de altura” o “soroche”—mareos y dolor de cabeza, fatiga, respiración agitada y problemas digestivos— es un trastorno común en personas que visitan lugares a gran elevación sobre el nivel del mar. Es una señal de que nuestros cuerpos están tratando de aclimatarse a un ambiente en el que es más difícil obtener oxígeno del aire que respiramos, como consecuencia de la disminución de la presión atmosférica a mayores alturas. Sin embargo, mientras nos sentimos débiles y faltos de aire, las aves nativas del área en que nos encontramos parecen no verse afectadas, y revolotean, cantan y retozan como si nada… ¿Cómo lo hacen?
Muchos investigadores han intentado responder a esta pregunta y han encontrado cientos de cambios en la fisiología, morfología y comportamiento de las aves nativas de altura. Por ejemplo, las aves de alta montaña pueden tener pulmones más grandes, mayor cantidad de vasos sanguíneos en sus músculos, o hemoglobinas (la proteína que transporta el oxígeno en la sangre) que son más eficientes al capturar el oxígeno cuando este escasea; incluso es común que una sola especie presente varias de estas modificaciones al tiempo. En teoría, estas modificaciones fisiológicas incrementarían la eficiencia en la captura y el uso del oxígeno, lo que compensaría la dificultad adicional para extraerlo del ambiente.
En la actualidad tenemos una buena idea de cuáles son los efectos particulares de diferentes tipos de adaptaciones fisiológicas encontradas en las aves de altura; a pesar de esto, aún hay relativamente poca evidencia sobre el efecto conjunto de todas las modificaciones fisiológicas presentes en especies silvestres. Esto se debe a varias complicaciones. En primer lugar, es difícil medir el consumo de oxígeno total de un animal; no sólo se necesita disponer de equipos especializados, también se requiere lograr que el animal esté en condiciones particulares de reposo o actividad (dependiendo de la medida que se use). Segundo, es ideal hacer mediciones en bastantes individuos para obtener estimados más precisos. Por último, conseguir datos de especies silvestres demanda bastante tiempo y paciencia en el campo. Y como a mí me encanta complicarme la vida, esto fue lo que me propuse hacer como parte de mi tesis de doctorado en la Universidad de Nebraska-Lincoln.
Para ser más precisa, yo quería saber si las aves de altura en los Andes colombianos usan el oxígeno de manera similar a como lo hacen las aves de tierras bajas. Para esto, escogí cinco pares de especies cercanamente relacionadas pero con distribuciones altitudinales diferentes, y decidí medir su consumo de oxígeno en reposo y durante actividad intensa. Esto me llevó a pasar largas temporadas de campo en varias localidades en el Valle del Cauca: la estación biológica Zygia de la Universidad Icesi, ubicada a unos 2500 m sobre el nivel del mar en la zona rural de Felidia, fue el lugar donde capturé las especies de altura. El campus de la Universidad Icesi en Cali (900 m), la sede de la central hidroeléctrica del Bajo Anchicayá en Buenaventura (700 m) y una finca cafetera en Alcalá (1400 m) fueron los lugares que visité para capturar las especies de bajas elevaciones.
Fig 2. Los sitios de campo visitados durante el proyecto.
Fueron muchos los momentos frustrantes durante los casi 9 meses que pasé en campo entre 2017 y 2019; hubo días en que capturaba los pájaros pero los equipos no funcionaban, y otros en los que los equipos funcionaban, pero las especies que escogí no se dejaban ni ver. Tuve bastantes de esos días de lluvia incesante en el Chocó biogeográfico durante los que sólo podía pensar en todos los datos que no había podido tomar. Mis días con pájaros eran largos, pues tenía que capturarlos durante el pico de actividad de la mañana y esperar a bien entrada la noche para tomar las medidas del consumo de oxígeno en reposo, las que usualmente terminaban hacia las 2 de la mañana. Afortunadamente, todo valió la pena. Nunca me faltaron los atardeceres multicolores, las montañas encapotadas de niebla, la presencia constante de aves que no se encuentran en otro lugar del mundo, las flores aromáticas, la vegetación exuberante, y los insectos que más parecen piedras preciosas. La cereza del pastel la ponían mis asistentes de campo: su buena actitud, sus chistes, su amistad, y las películas en las largas noches y días de lluvia me ayudaron a no perder la cordura.
Los datos que logré tomar durante este tiempo resultaron ser, en general, bastante interesantes. Hubo dos pares de especies —las mirlas y los chamiceros— en los que no detecté cambio alguno en el consumo de oxígeno entre las especies de baja y alta elevación. Los tres pares restantes —las tángaras, los cucaracheros y las reinitas— mostraron un incremento en su tasa de consumo de oxígeno a grandes alturas, tanto en reposo como en actividad intensa. Yo esperaba que la tasa de consumo de oxígeno en reposo aumentara en las aves de altura, ya que los ambientes de alta montaña son más fríos y se necesita más oxígeno para mantener la temperatura corporal alta y constante. Por el contrario, durante actividad intensa, esperaba que las aves de altura serían apenas capaces de alcanzar niveles de consumo similares a los de las aves de bajas elevaciones; ¡me llevé una sorpresa al entender que las tángaras, los cucaracheros, y las reinitas de altura son capaces de usar mucho más oxígeno al ejercitarse que sus parientes de bajas elevaciones! Aún a pesar de la dificultad para extraerlo del ambiente.
Pero ¿por qué obtuve resultados diferentes para cada par de especies? Lamentablemente y a pesar de mi esfuerzo, mi muestra no me permite determinar qué factores causan estas diferencias, pero es posible que la respuesta esté relacionada con variaciones en las historias de vida y en la ecología de diferentes especies. Por ejemplo, el consumo de oxígeno a grandes elevaciones fue mucho mayor en las especies con estilos de vida más activos como las tángaras y las reinitas, mientras que el cambio fue menor (o nulo) en las especies que son más sedentarias como los chamiceros y los cucaracheros. También es posible que otros factores, como la dieta, los lugares de actividad y el grado de movilidad en el gradiente altitudinal, tengan efectos diferentes sobre la necesidad de desarrollar modificaciones fisiológicas que aumenten el consumo de oxígeno a grandes elevaciones.
La próxima vez que visiten la cima de una montaña y se vean luchando por aire después de cada paso, no se sientan mal al ver aves volando tranquilamente a su alrededor. La evolución las ha favorecido para poder vivir en ambientes donde el oxígeno no es tan fácil de obtener.
Escrito por: Natalia Gutierrez Pinto
La figura 1 fue descargada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Henicorhina_leucophrys_Santa_Elena.JPG#metadata
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